sábado, 28 de abril de 2012

La planta que se pone a gritar

Hace mucho tiempo, numerosas personas creían que la planta llamada mandrágora era mágica. Las brujas y los brujos solían recoger raíces de mandrá­goras para emplearlas en sus hechizos. Sin embargo, no era fácil hacerse con una raíz de mandrágora. Todo el mundo creía que cuando se arrancaba una mandrágora, ésta se ponía a gritar y todo aquel que oía el grito de una mandrágora, moría sin remedio. Por tanto, cuando una bruja quería cortar una mandrágora, debía hacer todo lo posible para protegerse. En primer lugar, esperaba una noche sin luna. Después, con ayuda de un perro negro, un cuerno, un hueso y un pedazo de cera, iba en busca de una mandrágora. Cuando la encontraba, ataba un extremo de una cuerda a su tallo y el otro al cuello del perro. Después, la bruja se tapaba los oídos con la cera y esperaba. A medianoche en punto, enseñaba el hueso al perro. Éste echaba a correr para alcanzarlo y de este modo arrancaba la mandrágora. Pero la bruja estaba a salvo. No podía oír los gritos de la mandrágora, ya que la cera tapaba sus oídos y, además, hacía sonar el cuerno con todas sus fuerzas.


Actualmente sabemos que todo esto no es más que una tontería. Además, la bruja o el brujo no hubieran oído los gritos de la mandrágora, puesto que las mandrágoras, ni ninguna planta, pueden gritar.



Las Plantas, SALVAT Editores. Barcelona. España. 1973

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